[Footnote 120: Documentos ineditos, vol. XI, pp. 335-336. Luis de Leon suggests that five Augustinians whom he mentions by name be asked if they knew ’que en un capitulo provincial... que habra diez o once anos que se hizo en la villa de Duenas, fray Diego Rodriguez, o de Zuniga por otro nombre, se desmando en palabras con fray Francisco Cueto, el cual era en aquel capitulo definidor mayor, y que el dicho Cueto se quejo del dicho fray Diego en definitorio al provincial fray Diego Lopez y a los definidores presentes, de los cuales era uno el dicho maestro fray Luis, y que alli se ordeno que castigasen al dicho fray Diego Rodriguez o Zuniga, y que otro dia en ejecucion dello el dicho provincial le dio en el refitorio delante de toda la provincia una disciplina, que es cosa que se tiene por grande afrenta; y que por esta causa el dicho Zuniga tiene enemistad con el dicho provincial fray Diego Lopez y con el dicho maestro que era definidor entonces, y es amigo del dicho provincial.’ As not all the five Augustinians were called, it may be assumed that the Court considered the point proved.]
[Footnote 121: Documentos ineditos, vol. XI, p. 345. Rojas states: ’Y que sabe este testigo de cierto que por esta causa el dicho fray Diego tuviese enemistad con el dicho fray Luis, que no lo puede saber por ser negocio interior; pero que a lo que puede imaginar de la condicion del dicho fray Diego [Rodriguez o Zuniga] no dejaria de creer que es ansi, porque es recio de condicion y algo vengativo, y tras esto siempre le ha visto enemigo declarado contra fray Diego Lopez, y tambien ha visto que despues aca nunca vio amistad entre los dichos fray Diego y fray Luis.’]
[Footnote 122: Documentos ineditos, vol. X, pp. 67 and 71. Zuniga is careful to state that he is ’predicador y religioso, morador en el monasterio de Sanct Agustin de la dicha ciudad de Toledo, de edad de treinta y seis anos’, and again, ’predicador, profeso de la orden de Sanct Agustin... de la dicha ciudad de Toledo, e dijo ser de edad de treinta y seis anos’. It appears that in the sixteenth century a very straight line was drawn by the Augustinians between official ‘preachers’ and ‘professors’: it was thought that the qualities needed by the one were not likely to be found in the other. There were distinguished exceptions, no doubt. But as a general rule a ‘predicador’ was rarely considered eligible for a university chair. (Muinos Saenz, op. cit., pp. 64-67.)]