—Lo mejor
sera salir de aqui a toda prisa—dijo el
[15] caballero para su capote.—El conductor
me anuncio que
ahi estaban las caballerias.
Esto pensaba, cuando
sintio que una sutil y respetuosa
mano le tiraba suavemente
del abrigo. Volviose y vio una
obscura masa de pano
pardo sobre si misma revuelta y por
[20] cuyo principal pliegue asomaba el avellanado
rostro astuto
de un labriego castellano.
Fijose en la desgarbada estatura
que recordaba al chopo
entre los vegetales; vio los sagaces
ojos que bajo el ala
de ancho sombrero de terciopelo viejo
resplandecian; vio la
mano morena y acerada que empunaba
[25] una vara verde y el ancho pie que, al moverse,
hacia sonajear
el hierro de la espuela.
—?Es usted el
Sr. D. Jose de Rey?—pregunto, echando
mano al sombrero.
—Si; y usted—repuso
el caballero con alegria—sera
[30] el criado de dona Perfecta, que viene a buscarme
a este
apeadero para conducirme
a Orbajosa.
—El mismo.
Cuando usted guste marchar... La jaca
corre como el viento.
Me parece que el Sr. D. Jose ha de ser
buen ginete. Verdad
es que a quien de casta le viene...
—?Por donde se sale?—dijo el viajero con impaciencia. 3
—Vamos, vamonos
de aqui, senor... ?Como se llama
usted?
—Me llamo
Pedro Lucas—respondio el del pano pardo,
[5] repitiendo la intencion de quitarse el sombrero;
pero me
llaman el tio Licurgo.
?En donde esta el equipaje del
senorito?
—Alli bajo
el reloj lo veo. Son tres bultos. Dos maletas
y un mundo de libros
para el Sr. D. Cayetano. Tome
[10] usted el talon.
Un momento despues senor
y escudero hallabanse a
espaldas de la barraca
llamada estacion, frente a un caminejo
que partiendo de alli
se perdia en las vecinas lomas
desnudas, donde confusamente
se distinguia el miserable
[15] caserio de Villahorrenda. Tres caballerias
debian transportar
todo, hombres y mundos.
Una jaca de no mala
estampa era destinada
al caballero. El tio Licurgo oprimiria
los lomos de un cuartago
venerable, algo desvencijado,
aunque seguro; y el
macho, cuyo freno debia regir
[20] un joven zagal de piernas listas y fogosa sangre,
cargaria
el equipaje.
Antes de que la caravana
se pusiese en movimiento,
partio el tren, que
se iba escurriendo por la via con la
parsimoniosa cachaza
de un tren mixto. Sus pasos, retumbando
[25] cada vez mas lejanos, producian ecos profundos
bajo
tierra. Al entrar
en el tunel del kilometro 172, lanzo el
vapor por el silbato
y un aullido estrepitoso resono en los
aires. El tunel,
echando por su negra boca un halito
blanquecino, clamoreaba
como una trompeta, y al oir su
[30] enorme voz, despertaban aldeas, villas, ciudades,
provincias.
Aqui cantaba un gallo,
mas alla otro. Principiaba
a amanecer.