Doña Perfecta eBook

This eBook from the Gutenberg Project consists of approximately 512 pages of information about Doña Perfecta.

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history, unfolding it before us in its incessant variety, and not debauching us by lessons of unmanly pessimism any more than by alluring optimism.  And to give to his work its final and irresistible claim upon us, he is the master of a singularly rich and virile style—­a style not modeled upon a fad, but expressive of the whole nature of the man; capable of eloquence, of wit and humor, of anger and scorn; now simple and unadorned, now laden with a burden of reflection and of the great traditional memories, literary and other, of the race.  The Spanish purists have indeed declared this style to be far from impeccable, and this is altogether probable.  But none the less it has something much more important than impeccability; it has life and strength, and, when its master pleases, beauty.

1

DONA PERFECTA

I

=Villahorrenda!... cinco minutos!...=

Cuando el tren mixto descendente numero 65 (no es
preciso nombrar la linea), se detuvo en la pequena estacion
situada entre los kilometros 171 y 172, casi todos los viajeros
de segunda y tercera clase se quedaron durmiendo o bostezando
[5] dentro de los coches, porque el frio penetrante de la
madrugada no convidadas a pasear por el desamparado
anden.  El unico viajero de primera que en el tren venia
bajo apresuradamente, y dirigiendose a los empleados, preguntoles
si aquel era el apeadero de Villahorrenda. (Este
[10] nombre, como otros muchos que despues se veran, es
propiedad del autor.)

     —­En Villahorrenda estamos—­repuso el conductor, cuya
     voz se confundio con el cacarear de las gallinas que en
     aquel momento eran subidas al furgon.—­Se me habia olvidado
[15] llamarle a usted, Sr. de Rey.  Creo que ahi le esperan
     a usted con las caballerias.

     —­iPero hace aqui un frio de tres mil demonios!—­dijo el
     viajero envolviendose en su manta.—?No hay en el apeadero
     algun sitio donde descansar y reponerse antes de
[20] emprender un viaje a caballo por este pais de hielo?

     No habia concluido de hablar, cuando el conductor,
     llamado por las apremiantes obligaciones de su oficio,
     marchose, dejando a nuestro desconocido caballero con la 2
     palabra en la boca.  Vio este que se acercaba otro empleado
     con un farol pendiente de la derecha mano, el cual moviase
     al compas de la marcha, proyectando geometricas series de
[5] ondulaciones luminosas.  La luz caia sobre el piso del
     anden, formando un zig zag semejante al que describe la
     lluvia de una regadera.

     —?Hay fonda o dormitorio en la estacion de Villahorrenda?
     pregunto el viajero al del farol.

[10] —­Aqui no hay nada—­respondio este secamente, corriendo
     hacia los que cargaban y echandoles tal rociada de
     votos, juramentos, blasfemias y atroces invocaciones, que
     hasta las gallinas, escandalizadas de tan grosera brutalidad,
     murmuraron dentro de sus cestas.

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