—Si, veo la cruz.
—Alli hay
una casa vieja, en la cual se esconden para
10
aguardar a los tragineros.
A aquel sitio llamamos las
Delicias.
—iLas Delicias!...
[5] —Si todos los que han sido muertos
y robados al
pasar por ahi resucitaran,
podria formarse con ellos un
ejercito.
Cuando esto decian,
oyeronse mas de cerca los tiros, lo
que turbo un poco el
esforzado corazon de los viajantes,
[10] pero no el del zagalillo que, retozando de alegria,
pidio al
Sr. Licurgo licencia
para adelantarse y ver la batalla que
tan cerca se habia trabado.
Observando la decision del
muchacho, avergonzose
D. Jose de haber sentido miedo, o
cuando menos un poco
de respeto a los ladrones, y exclamo,
[15] espoleando la jaca:
—Pues alla
iremos todos. Quizas podamos prestar auxilio
a los infelices viajeros
que en tan gran aprieto se ven, y
poner las peras a cuarto
a los caballeros.
Esforzabase el labriego
en convencer al joven de la temeridad
[20] de sus propositos, asi como de lo inutil de su
generosa
idea, porque los robados
robados estaban y quizas muertos,
y en situacion de no
necesitar auxilio de nadie. Insistia el
senor a pesar de estas
sesudas advertencias, contestaba el
aldeano, poniendo la
mas viva resistencia, cuando la presencia
[25] de dos o tres carromateros que por el camino
abajo tranquilamente
venian conduciendo una
galera, puso fin a la
cuestion. No debia
de ser grande el peligro, cuando tan
sin cuidado venian aquellos,
cantando alegres coplas; y asi
fue en efecto, porque
los tiros, segun dijeron, no eran disparados
[30] por los ladrones, sino por la Guardia civil,
que de
este modo queria cortar
el vuelo a media docena de cacos
que ensartados conducia
a la carcel de la villa.
—Ya, ya se lo que ha sido—dijo Licurgo, senalando leve humareda que a mano derecha del camino y a regular distancia se descubria.—Alli les han escabechado. Esto 11 pasa un dia si y otro no.
El caballero no comprendia.
—Yo le aseguro
al Sr. D. Jose—anadio con energia el
[5] legislador lacedemonio,—que esta muy
retebien hecho;
porque de nada sirve
formar causa a esos pillos. El juez
les marea un poco y
despues les suelta. Si al cabo de seis
anos de causa, alguno
va a presidio, a lo mejor se escapa,
o le indultan y vuelve
a la Estancia de los Caballeros. Lo
[10] mejor es esto: ifuego en ellos! Se
les lleva a la carcel,
y cuando se pasa por
un lugar a proposito... “iah!
perro, que te quieres
escapar... pum, pum".... Ya
esta hecha la sumaria,
requeridos los testigos, celebrada la
vista, dada la sentencia....
Todo en un minuto. Bien
[15] dicen, que si mucho sabe la zorra, mas sabe el
que la toma.