Doña Perfecta eBook

This eBook from the Gutenberg Project consists of approximately 512 pages of information about Doña Perfecta.

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     —­Si, veo la cruz.

     —­Alli hay una casa vieja, en la cual se esconden para 10
     aguardar a los tragineros.  A aquel sitio llamamos las
     Delicias.

     —­iLas Delicias!...

[5] —­Si todos los que han sido muertos y robados al
     pasar por ahi resucitaran, podria formarse con ellos un
     ejercito.

     Cuando esto decian, oyeronse mas de cerca los tiros, lo
     que turbo un poco el esforzado corazon de los viajantes,
[10] pero no el del zagalillo que, retozando de alegria, pidio al
     Sr.  Licurgo licencia para adelantarse y ver la batalla que
     tan cerca se habia trabado.  Observando la decision del
     muchacho, avergonzose D. Jose de haber sentido miedo, o
     cuando menos un poco de respeto a los ladrones, y exclamo,
[15] espoleando la jaca: 

     —­Pues alla iremos todos.  Quizas podamos prestar auxilio
     a los infelices viajeros que en tan gran aprieto se ven, y
     poner las peras a cuarto a los caballeros.

     Esforzabase el labriego en convencer al joven de la temeridad
[20] de sus propositos, asi como de lo inutil de su generosa
     idea, porque los robados robados estaban y quizas muertos,
     y en situacion de no necesitar auxilio de nadie.  Insistia el
     senor a pesar de estas sesudas advertencias, contestaba el
     aldeano, poniendo la mas viva resistencia, cuando la presencia
[25] de dos o tres carromateros que por el camino abajo tranquilamente
     venian conduciendo una galera, puso fin a la
     cuestion.  No debia de ser grande el peligro, cuando tan
     sin cuidado venian aquellos, cantando alegres coplas; y asi
     fue en efecto, porque los tiros, segun dijeron, no eran disparados
[30] por los ladrones, sino por la Guardia civil, que de
     este modo queria cortar el vuelo a media docena de cacos
     que ensartados conducia a la carcel de la villa.

—­Ya, ya se lo que ha sido—­dijo Licurgo, senalando leve humareda que a mano derecha del camino y a regular distancia se descubria.—­Alli les han escabechado.  Esto 11 pasa un dia si y otro no.

     El caballero no comprendia.

     —­Yo le aseguro al Sr.  D. Jose—­anadio con energia el
[5] legislador lacedemonio,—­que esta muy retebien hecho;
     porque de nada sirve formar causa a esos pillos.  El juez
     les marea un poco y despues les suelta.  Si al cabo de seis
     anos de causa, alguno va a presidio, a lo mejor se escapa,
     o le indultan y vuelve a la Estancia de los Caballeros.  Lo
[10] mejor es esto:  ifuego en ellos!  Se les lleva a la carcel,
     y cuando se pasa por un lugar a proposito... “iah!
     perro, que te quieres escapar... pum, pum"....  Ya
     esta hecha la sumaria, requeridos los testigos, celebrada la
     vista, dada la sentencia....  Todo en un minuto.  Bien
[15] dicen, que si mucho sabe la zorra, mas sabe el que la toma.

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