Doña Perfecta eBook

This eBook from the Gutenberg Project consists of approximately 512 pages of information about Doña Perfecta.

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     —­Pues lo celebro, porque desde que las herede no me
     han producido un cuarto estas celebres tierras.

     El sabio legislador espartano se rasco la oreja y dio un 7
     suspiro.

     —­Pero me han dicho—­continuo el caballero—­que algunos
     propietarios colindantes han metido su arado en estos
[5] grandes estados mios, y poco a poco me los van cercenando. 
     Aqui no hay mojones, ni linderos, ni verdadera propiedad,
     Sr.  Licurgo.

     El labriego, despues de una pausa, durante la cual parecia
     ocupar su sutil espiritu en profundas disquisiciones, se expreso
[10] de este modo: 

     —­El tio Pasolargo, a quien llamamos el Filosofo por su
     mucha trastienda, metio el arado en los Alamillos por encima
     de la ermita, y roe que roe, se ha zampado seis fanegadas.

—­iQue incomparable escuela!—­exclamo riendo el caballero. [15] —­Apostare que no ha sido ese el unico... filosofo.

     —­Bien dijo el otro, que quien las sabe las tane, y si al
     palomar no le falta cebo no le faltaran palomas....  Pero
     usted, Sr.  D. Jose, puede decir aquello de que el ojo del
     amo engorda la vaca, y ahora que esta aqui ver de recobrar
[20] su finca.

     —­Quizas no sea tan facil, Sr.  Licurgo—­repuso el caballero,
     a punto que entraban por una senda a cuyos lados se
     veian hermosos trigos que con su lozania y temprana madurez
     recreaban la vista.—­Este campo parece mejor cultivado.
[25] Veo que no todo es tristeza y miseria en los Alamillos.

     El labriego puso cara de lastima, y afectando cierto desden
     hacia los campos elogiados por el viajero, dijo en tono
     humildisimo: 

—­Senor, esto es mio.

[30] —­Perdone usted—­replico vivamente el caballero—­ya
     queria yo meter mi hoz en los estados de usted.  Por lo
     visto, la filosofia aqui es contagiosa.

Bajaron inmediatamente a una canada, que era lecho de
pobre y estancado arroyo, y pasado este, entraron en un
campo lleno de piedras, sin la mas ligera muestra de vegetacion.
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—­Esta tierra es muy mala—­dijo el caballero, volviendo
el rostro para mirar a su guia y companero que se habia
[5] quedado un poco atras.—­Dificilmente podra usted sacar
partido de ella, porque todo es fango y arena.

Licurgo, lleno de mansedumbre, contesto: 

—­Esto... es de usted.

—­Veo que aqui todo lo malo es mio—­afirmo el caballero, [10] riendo jovialmente.

     Cuando esto hablaban, tomaron de nuevo el camino real. 
     Ya la luz del dia, entrando en alegre irrupcion por todas
     las ventanas y claraboyas del hispano horizonte, inundo de
     esplendorosa claridad los campos.  El inmenso cielo sin
[15] nubes parecia agrandarse mas y alejarse de la

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